Por la frecuencia con que se presentan alteraciones que dependen de las
venas de las extremidades inferiores conviene revisar algunos conceptos de la
anatomía. Se distinguen las venas profundas y las venas superficiales. El 90%
del retorno venoso se efectúa por las venas profundas. Entre las venas
superficiales se distinguen (1) la safena mayor, que se origina en el dorso del
pie, pasa por delante del maléolo medial y sigue subiendo hasta unirse con la
vena femoral, que forma parte del sistema profundo, a nivel del cayado de la
safena, un poco por debajo del ligamento inguinal, en el lado medial del muslo;
y (2) la safena menor que se forma por el lado del pie y sube por la parte
posterior de la pierna para unirse con el sistema profundo a nivel del hueco
poplíteo. Entre la safena larga y la corta existen anastomosis venosas y entre
el sistema superficial y el profundo existen comunicaciones a través de venas perforantes
o comunicantes.
Tanto las profundas, las superficiales y las comunicantes tienen en su
interior unas válvulas unidireccionales que dirigen la sangre (1) en el sentido
de retornar hacia el corazón, y (2) desde las venas superficiales hacia las profundas.
El retorno de la sangre también se ve favorecido por la acción de los músculos
al contraerse, como ocurre al caminar o correr.
Cuando las válvulas fallan por dilatación de las venas o alteración de su
estructura, como ocurre cuando ha habido flebitis, la presión hidrostática de
la columna de sangre aumenta a nivel de los tobillos cuando la persona está de
pie debido a que la columna ya no es interrumpida por las válvulas (que están
incompetentes). Este aumento de la presión hidrostática favorece la salida de
líquido y la formación de edema. La presión se puede transmitir a la red venosa
superficial a través de (1) venas comunicantes o perforantes con válvulas
incompetentes, o (2) por una insuficiencia de las venas safenas mayor o menor,
donde se comunican con el sistema profundo. Esto favorece el desarrollo de
várices y con el tiempo se generan alteraciones tróficas de la piel que se
manifiestan por cambios de pigmentación, atrofia, fragilidad, mayor
susceptibilidad a infecciones (celulitis), y la formación de úlceras varicosas
de difícil cicatrización.
Conviene hacer alguna mención del sistema linfático que es una extensa red
vascular que contribuye a drenar líquido, llamado linfa, desde los tejidos del
cuerpo para devolverlos a la circulación venosa. Esta red comienza con pequeños
capilares linfáticos ciegos que se van anastomosando y forman conductos de
mayor calibre hasta que finalmente la linfa drena en el sistema venoso en la
base del cuello. A lo largo del camino se van intercalando los ganglios
linfáticos que cumplen una importante función inmunológica
Entre el sistema arterial y el venoso se forman extensas redes de capilares
en donde se intercambian líquidos, electrolitos y distintas moléculas. Conviene
tener presente que (1) la presión hidrostática intravascular tiene una
importante participación en la salida de agua desde el intravascular al
extravascular, y (2) que la presión oncótica, determinada fundamentalmente por
los niveles de albúmina en la sangre, contribuye a la entrada del líquido.
También pueden influir cambios en la permeabilidad de los capilares (p.ej.,
edemas de causa anafiláctica). Si la presión hidrostática está aumentada, o la
presión oncótica está disminuida, se favorece la formación de un edema blando.
Este se reconoce por el aumento de volumen que genera y porque al aplicar
presión con un dedo se produce una depresión en la superficie de la piel que
permanece un rato (signo de la fóvea). Si el problema es un menor drenaje
linfático, el edema es más duro (p.ej., después de una mastectomía radical con
vaciamiento ganglionar de la axila, el brazo puede aumentar de volumen por un
infiltrado duro).
Inspección
Tanto en las extremidades inferiores como en las superiores, deberán ser
examinados desde el punto de vista de la inspección algunos aspectos como:
– Cambios de coloración
– Cambios sudorales
– Cambios tróficos
– Edema
– Lesiones
– Extravasaciones hemorrágicas
– Epidermofitosis
– Nódulos
– Circulación colateral
Examen
Físico
Sistema arterial:
Cuando existen lesiones estenosantes de tipo ateroesclerótico los pulsos se
sienten débiles en los sectores comprometidos o no se palpan.
Cuando existen lesiones críticas arteriales se puede presentar claudicación
intermitente que es un dolor por isquemia que se presenta en el sector afectado
cuando se efectúa una mayor actividad muscular. Puede ocurrir en las
extremidades superiores o en las inferiores. Si es en las piernas, el dolor se
presenta al caminar una cantidad determinada de cuadras y se alivia con el
reposo.
En una obstrucción arterial aguda el segmento distal pierde sus pulsos, se
vuelve pálido y frío, se genera dolor. Según el grado de isquemia se pueden
comprometer los movimientos y la sensibilidad (parestesias).
En la insuficiencia arterial crónica se encuentran pulsos débiles o
ausentes, frialdad distal y alteraciones tróficas (piel delgada, pérdida de los
pelos del dorso de los ortejos y del pie, uñas gruesas). Pueden haber úlceras
en las zonas más isquémicas o desarrollarse una gangrena seca de algún ortejo
(muerte de tejidos isquémicos que evolucionan a una momificación). También se
presenta claudicación intermitente. Cuando el paciente está acostado y se le
levantan las piernas (unos 60º), los pies se ponen pálidos, en cambio, cuando
las piernas se bajan (sentándose o poniéndose de pie), se observa lentitud en
recuperar el color rosado y el llene venoso; después de un rato, puede aparecer
un aspecto eritematoso fuerte. Estos cambios pueden no ser confiables si existe
aumento de la circulación colateral o insuficiencia venosa con incompetencia
valvular.
Otras condiciones que pueden dar lesiones vasculares periféricas son (1)
las vasculitis, por compromiso de pequeños vasos (lupus eritematoso diseminado,
esclerodermia, etc.); (2) fenómenos embólicos (por endocarditis, rupturas de
placas de ateroma, mixomas, trombos auriculares, etc.); (3) tromboangeítis
obliterante o enfermedad de Buerger.
Sistema Venoso:
Entre las alteraciones más frecuentes de encontrar están las várices,
especialmente procedentes de la safena larga (mayor o interna) y la corta
(menor o externa). Las mujeres son más proclives a presentarlas.
En las venas superficiales se pueden presentar inflamaciones, llamas
flebitis, por causas traumáticas, infecciosas o químicas. En las extremidades
superiores son frecuentes por el uso de cánulas intravenosas. Las flebitis
superficiales se caracterizan por presentar eritema en la zona inflamada,
dolor, y se palpa un cordón correspondiente a la vena inflamada. En el interior
del vaso frecuentemente se produce un coágulo, pero el riesgo de una embolía es
bajo, salvo cuando el coágulo tiene posibilidades de progresar al sistema
profundo (por ejemplo, cuando está cerca del cayado de la safena larga).
En las venas profundas también se producen flebitis. En estos casos el
riesgo de una embolía pulmonar es mayor, y desgraciadamente no siempre los
signos clínicos son evidentes. En una tromboflebitis de una extremidad inferior
se puede encontrar un aumento de volumen de la pierna, el cual será más extenso
mientras más arriba llegue el compromiso trombótico. El paciente puede sentir
dolor localizado en la pantorrilla, la cual además se nota como si estuviera
infiltrada y, por lo tanto, cuando se trata de producir un bamboleo de las
masas musculares, éste está reducido. Si se flecta el pie hacia dorsal y se
estira el tendón aquiliano, se presenta dolor en las pantorrillas (signo de
Homan). En la superficie de la pierna se ve aumento de la circulación
colateral, ya que la sangre se desvía de las venas profundas que están con
coágulos, hacia las superficiales.
En cuadros de insuficiencia venosa crónica la pierna se puede ver edematosa
y se desarrollan várices. Con el transcurso del tiempo y en la medida que la
hipertensión venosa se transmite a la red venosa superficial, se desarrollan
cambios tróficos en la piel, especialmente cerca de los tobillos. Entre estos
cambios destacan una mayor pigmentación, la piel se nota frágil y puede
aparecer una úlcera, especialmente hacia el lado medial. En esta zona se producen
con frecuencia dermatitis hipostásicas. El conjunto de estas manifestaciones se
conoce como síndrome posflebítico.
Otras úlceras que se pueden presentar en las piernas o los pies son (1) las
que se pueden ver en algunos pacientes hipertensos y que se caracterizan porque
duelen bastante y se presentan en el tercio distal de las piernas,
especialmente en la cara externa o posterior; (2) en pacientes diabéticos con
neuropatía y microangiopatía, que tienen menor sensibilidad en los pies, y
desarrollan úlceras de difícil cicatrización y que frecuentemente se infectan;
(3) úlceras de decúbito en enfermos que no se puede mover por sí solos.
Los pies de los diabéticos requieren cuidados especiales ya que es
frecuente que el paciente tenga una neuropatía sensitiva y fenómenos isquémicos
que pueden facilidad el desarrollo de úlceras, o la complicación más temida,
que es la gangrena húmeda (combinación de isquemia e infección polimicrobiana).
Se les recomienda no caminar descalzos, usar zapatos blandos y holgados, secarse
bien entre los dedos, inspeccionarse los pies, no usar bolsas de agua caliente
Los trastornos vasculares periféricos (TVP) son condiciones que cambian la
forma como fluye la sangre a través de los vasos sanguíneos de su cuerpo. Estos
trastornos no afectan los vasos sanguíneos de su corazón y cerebro. Los
trastornos pueden presentarse en sus venas o en sus arterias, o en ambas. Estos
trastornos también se conocen como enfermedad arterial periférica (EAP). La
enfermedad arterial periférica es una condición para toda la vida, que puede
empeorar con el tiempo, si no recibe tratamiento. Si tiene un trastorno
vascular periférico, usted está en mayor riesgo de presentar problemas
cardíacos. La mayoría de las personas con un trastorno vascular periférico siguen
igual o se mejoran sin necesidad de cirugía.
Palpación
Por este método el examinador no solamente verifica lo que se ha referido
en la historia clínica del paciente y en los datos de inspección, sino que
añade alguna información que puede ayudar en el diagnóstico. Para ello debe
verificar la presencia de:
– Cambios tróficos
– Nódulos
– Flebitis
– Frialdad
– Calor
El examinador debe realizar también el examen de los pulsos arteriales y de
los ganglios.
Auscultación
Es otro medio de examen en las enfermedades vasculares periféricas aunque
de menos valor que los precedentes. Es muy útil en la determinación de soplos
en pacientes con fístulas arteriovenosas. En el caso de existir una
hemihipertrofia de una extremidad inferior en un niño en el cual el diagnóstico
es oscuro, el hallazgo de un soplo a nivel de la ingle puede ayudar a confirmar
la sospecha de una fístula arteriovenosa congénita.
La auscultación debe realizarse también para verificar diagnóstico de
aneurisma, mucho más si este se encuentra en la región poplítea. El soplo en
las fístulas arteriovenosas tiene la característica de ser continuo con
reforzamiento sistólico. En los aneurismas se trata de un soplo sistólico puro.
La auscultación de la aorta y del sector iliacofemoral bilateral permite
detectar lesiones estenóticas comenzantes en tales sectores arteriales, al
escuchar soplos de distinta intensidad que ponen de manifiesto la turbulencia
del flujo al pasar por las estrecheces arteriales.
Trastornos
del sistema vascular periferico
Oclusión arterial aguda: Aguda quiere decir de
poca duración. En el caso de la oclusión arterial aguda, usted presenta dolor
súbito y severo, enfriamiento, adormecimiento y palidez en su brazo o pierna.
Es posible que los médicos no puedan sentir el pulso (ritmo cardíaco) en su
brazo o pierna.
Arterioesclerosis obliterante: Esta es una condición en
que el engrosamiento y la pérdida de
flexibilidad hace que la parte interna de la arteria aumente de tamaño. Esto
bloquea el flujo de sangre y oxígeno a través de la arteria.
Enfermedad de Buerger: Esta enfermedad también
recibe el nombre de tromboangitis obliterante. Debido a esta enfermedad, las
arterias pequeñas y medianas se inflaman. La inflamación se manifiesta con
hinchazón, enrojecimiento y dolor. Esta inflamación disminuye el flujo de
sangre en los dedos de sus manos y pies, y también en sus pies. Ellos pueden
cambiar de color y pasar de pálidos a rojos cuando usted levanta y baja sus
piernas y brazos.
Fenómeno y enfermedad de Raynaud: Estas son condiciones en
las que se presentan espasmos en las arterias muy pequeñas. Los dedos de sus
manos y pies, y algunas veces su nariz y lengua pueden presentar: palidez,
color azul o rojo, dolor y falta de sensibilidad. Esto usualmente se presenta
cuando usted se expone al frío o tiene emociones fuertes como excitación o
preocupación. Esto también puede suceder al sostener un objeto vibrante, como
el timón de su carro. Estos problemas pueden durar sólo unos minutos, pero
también, pueden durar horas.
Se puede presentar un trastorno arterial y venoso combinado, como el
siguiente:
Fístula arteriovenosa: Puede llamarse fístula
AV. Usted puede nacer con esta condición o formarla como consecuencia de una
herida de bala o de arma corto-punzante, o como resultado de otro tipo de
lesión. Debido a la fístula AV, usted presentará una masa (crecimiento) en su
brazo o pierna. Esta masa se siente caliente al tacto y usted puede ver las
venas en ella. Su piel puede verse pálida, azul o roja y también hinchada.
También puede presentar úlceras (llagas) en su piel.
Se puede presentar un trastorno o una combinación de trastornos en las
venas, como los siguientes:
Insuficiencia venosa crónica: Debido a esta condición,
no llega suficiente sangre y oxígeno a su brazo o pierna. Usted puede presentar
hinchazón, una sensación de llenura, dolor o cansancio en su pierna. Al pasar
el tiempo, su piel puede volverse pálida, azul o roja, y pueden presentarse
úlceras.
Tromboflebitis: Esta condición también
recibe el nombre de trombosis venosa. Si el flujo de sangre disminuye o si
usted tiene problemas con su sangre, las células se aglomeran y forman
coágulos. Esto puede pasar después de una cirugía o de una lesión y durante el
embarazo. Se forma un coágulo en el vaso sanguíneo y lo bloquea. Cuando esto
sucede, usted puede sentir una línea dura, como si fuera un cordón en su pierna
o brazo.
Venas varicosas: Esta es una condición en
la cual las venas en sus piernas se tuercen e hinchan. Las válvulas en las
venas no funcionan como
Alteraciones
de la pared arterial
Las arterias, en condiciones normales, no ofrecen resistencia al dedo que
las palpa. En los casos de arteriosclerosis se hallan endurecidas y flexuosas,
y se pueden desplazar como si fueran tubos rígidos, fundamentalmente las
arterias humerales. En otras ocasiones encontramos lo que se denomina arteria
en tráquea de pollo, principalmente en la arteria radial, producida por placas
de ateroma, calcificadas o no, separadas por zonas membranosas.
Cuando palpamos los pulsos arteriales debemos reconocer las evidencias de
esclerosis. Esta puede encontrarse fácilmente si examinamos el pulso pedio o el
radial, no así cuando se trata de vasos profundos. El endurecimiento de la
arteria femoral y la humeral puede ponerse de manifiesto con un examen
cuidadoso. Sin embargo, la presencia de una esclerosis no debe interpretarse
como sinónimo de enfermedad vascular oclusiva, a menos que se detecten otros
síntomas y signos esas partes.
Extremidades superiores
En las extremidades superiores la arteria radial es el vaso usualmente
examinado y el pulso axilar es el que con menos frecuencia se investiga. Sin
embargo, cuando exista la sospecha de un trastorno vascular de las extremidades
superiores, porque el pulso radial se encuentra ausente debido a una anomalía o
a insuficiencia circulatoria, deberá examinarse la arteria humeral y por
último, la arteria axilar. Cuando el pulso radial se encuentra ausente puede
tratarse de una anomalía, siempre que no existan síntomas de insuficiencia
circulatoria.
Entre los trastornos vasculares en que el pulso radial no es palpable, se
deben mencionar:
1. Trastornos vasospásticos.
2. Tromboangiitis obliterante.
3. Endarteritis obliterante.
4. Oclusiones embolicas.
5. Costilla cervical.
6. Síndrome del escaleno anterior.
La ausencia del pulso humeral puede deberse a:
1. Oclusión embolica alta.
2. Arteritis crónica.
3. Trastornos vasospásticos.
Extremidades
inferiores
La importancia de la confirmación de la presencia o ausencia del pulso
poplíteo es evidente cuando estamos frente a un caso de oclusión embolica y
necesitamos precisar el sitio exacto de esta.
El pulso femoral debemos encontrarlo disminuido en el arteriospasmo y
abolido en todas las oclusiones aórticas o del sector iliaco correspondiente.
En el aneurisma disecante puede estar disminuido o ausente.
Alteraciones del Sincronismo
La igualdad en la amplitud del pulso de dos arterias correspondientes a
regiones simétricas del cuerpo, puede modificarse dando origen a lo que
llamamos pulso diferente.
Alteraciones del sincronismo del
pulso femoral con el radial
El pulso femoral y el pulso radial son sincrónicos, por lo tanto, cuando
encontramos un retardo del pulso femoral en relación con el pulso radial, puede
ser originado por la existencia de un aneurisma de la aorta descendente o de la
aorta abdominal. Por el contrario, cuando el pulso femoral se adelanta en
relación con el pulso radial, se debe a una esclerosis de la aorta descendente
o de la aorta abdominal.
Podemos encontrar diferentes
alteraciones:
-
Alteraciones de los caracteres de la onda del pulso
-
Alteraciones de la frecuencia
-
Taquicardia
-
Bradicardia
-
Alteraciones del ritmo del pulso
-
Alteraciones de la amplitud
-
Alteraciones de la dureza del pulso
-
Alteraciones de la tensión arterial
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